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Foto del escritorYanelys Hernández

Deporte en la tercera edad: más beneficios que riesgos

“El grupo de edad más numeroso en el siglo XXI será el de los mayores de 65 años, personas cuya capacidad disminuye a medida que decae su actividad física diaria. Sin embargo, gran parte de este deterioro se puede corregir fácilmente con sencillos programas de ejercicio. El ejercicio y la actividad física mejoran la salud, la capacidad funcional, la calidad de vida y la independencia”. Así lo ha dicho la Fundación Española del Corazón, y es que la actividad física contribuye directamente a la prevención de enfermedades crónico-degenerativas.



Si bien debe tratarse de un programa de ejercicios personalizado, que tenga en cuenta las comorbilidades de cada adulto mayor, y con el seguimiento de un especialista que determine qué tipo de ejercicios deberá practicar el paciente y la intensidad de estos; si analizamos los riegos y beneficios que puede traer consigo la práctica de deporte en la tercera edad, la balanza se inclina, definitivamente, hacia los beneficios.


Con la pandemia se produjo un incremento del sedentarismo, estando entre los más afectados, precisamente, los adultos mayores de 65 años; incluidos también entre los grupos de mayor riesgo al virus. Dicho escenario afectó directamente el desempeño funcional de este grupo de población, haciéndolos más vulnerables a padecer problemas de salud, especialmente cardiovasculares.


El deporte en la tercera edad trae aparejado un importante número de beneficios de los que recientemente hay más reportes debido al incremento en los últimos años de estudios sobre la incidencia del ejercicio físico en adultos mayores y asimismo ejemplos de buenas prácticas.


Un sistema inmunológico más fuerte, el control del peso y la disminución de grasa corporal, el aumento de la masa y fuerza muscular, mejor consumo de oxígeno, mayor flexibilidad y densidad ósea, disminución de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial, una mejora en la autoestima y disminución del estrés, la ansiedad, el insomnio, así como las funciones cognitivas y de socialización, y otros factores vinculados a la salud mental; son algunos de los beneficios que más se reiteran en estos estudios.



Una investigación del Instituto Karolinska (Suecia) constató que el ejercicio físico disminuye el riesgo de padecer cualquier tipo de demencia en la vejez y puede reducir hasta en un 40 por ciento el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular.


Resalta la recomendación de especialistas de que el ejercicio deportivo, teniendo en cuenta la personalización de los tratamientos, se desarrolle desde un enfoque grupal donde la motivación colectiva del trabajo en grupo puede traer mejores resultados a cada uno de sus integrantes.


Para aquellos ancianos con patologías cardíacas, si bien resulta aún más importante la práctica sistemática de actividades deportivas, también lo es la monitorización de las intensidades de dichas actividades.


Sin embargo, el ejercicio físico en aras de una mejor calidad de vida no puede verse como un elemento aislado, forma parte de todo un ecosistema de transformaciones y hábitos saludables de todo tipo.

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